Requerimientos:
Utilizar las siguientes palabras: cuchara, alas, estambre, mórbida, memoria, tendedero, azul, cubierto, envidia, delicia, dulzura, camello, cachivache, charco, balcón
La neblina era
espesa. A la mayoría de la gente no lo gusta ese clima, a mí sí. Ese día salía a
caminar, respirar el aire húmedo y fresco de aquella tarde obscura de invierno.
Detuve mis pasos junto a un charco, me pareció ver la sombra de alguien observándome
desde el balcón de una casona vieja.* Su mórbida expresión me impactó de
inmediato. Parecía ser de otro planeta. Una especie de monstruo de cuento de
hadas o un villano maquiavélico de una película mala. Sentí muchas ganas de ir
hacia él.* La neblina se despejó un poco cuando di el primer paso hacia
adelante. La imagen clara de aquel en el balcón me dejó cubierto
de tensión. Temí el hecho de verme reflejado en su único ojo atado a sus barbas
de estambre desgastado. Salían lágrimas de mis ojos.* Lágrimas de envidia
y de dolor; lágrimas de hiel cubiertas con dulzura y pasión. Era cautivador.
En todos los sentidos lo era. Parecía un ser celestial con alas enormes y
tupido de amor. Un aura azul como ninguna y una mirada tan penetrante
como la vida misma. Toda una delicia para mirar. De pronto de lo más
profundo de mi memoria, brotó el recuerdo de la mirada triste que
siempre estaba en el pobre camello que me trajo hasta aquí, desde el
otro lado del mundo, y que dejó tirado en la ciudad más gris del mundo. Fluía melancolía
en mis venas. Una melancolía parecida a la que generan los cachivaches
que se guardan por años en un desván o la ropa que se queda colgada en el tendedero
mientras todos se van. Una horrible sensación de lastima parecida a la que
generan las cucharas sin dueño.
Gina y Joh (Llina i Llou)
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