sábado, 22 de febrero de 2014

20 de Febrero, Sobre Mesa con Café Colón

Utilizar las frases: “¿Qué te parece si las dejar aquí mismo, en el suelo?” y “Como sea, tuve que comer temprano”.

*”Nada mejor que el último cigarro, con este cadáver”. Sus palabras retumban en mi cabeza, todo el tiempo, no las puedo sacar de mi. Cada día me descompone al despertar, la imagen suya con las manos ensangrentadas, un cigarro entre los labios secos, y su lengua húmeda diciendo “¡Qué te parece si las dejara aquí mismo, en el suelo?”. *Yo le dije que sí, que estaba bien. Estaba muy nerviosa. En realidad no sabía qué hacer, o cómo reaccionar. Una parte de mi quería abalanzarse sobre él, quitarle el cigarrillo de las manos y someterlo hasta la muerte; otra parte de mi quería simplemente perdonarle, darle otra oportunidad y que todo fuera como antes. *Pero cómo lograrlo si los recuerdos más bellos de nuestra vida juntos estaban siendo consumidos por las obscuras imágenes de la sangre en sus manos; de la sangre en mis ojos. Quería regresar a él, amarlo como antes, amarlo como siempre; pero era un deseo ahora imposible. Con mis ojos manchados de la sangre de sus manos sucias, no podría volverlo a ver de la misma manera. *Simplemente no podría. Por mi mente pasaban un sin fin de recuerdos bellos de nuestro pasado: él y yo tomados de la mano amándonos hasta el infinito, él y yo abrazados a la luz de la luna prometiéndonos lo mejor. Pero ahora su mirada era distinta, sus labios secos ya no me llamaban y su aparente frialdad simplemente me parecía desagradable. Quería que se fuera; le dije que era tarde y que necesitaba estar sola. Su cuerpo carente de vida cruzó la puerta sin decir adiós. Como sea, esa tarde, tuve que comer temprano.


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